Cuando Virginia se abrió su primera cuenta en redes sociales corría el año 2008. Como tantos otros, la joven, que por entonces contaba con 14 años, comenzó a descubrir las posibilidades que brinda Internet para estar al tanto de todo, y de todos, en Tuenti; esa primera plataforma que murió abrasada a principios de la década pasada ante el empuje del imparable Facebook de un joven e imberbe veinteañero llamado Mark Zuckerberg. Como la mayoría, ella también saltó al sitio estadounidense; aunque el interés, reconoce en conversación con ABC, «duró poco». Ahora, más de una década después, pasa las horas muertas consumiendo Instagram y apenas visita su perfil en la red social por antonomasia: «Es más para
gente de unos 40 tacos. Yo ahora solo la utilizo para consultar los cumpleaños».
El caso de Virginia no es anecdótico. La edad del usuario medio de Facebook no ha dejado de crecer durante los últimos años. De acuerdo con el reciente estudio We Are Social, correspondiente al año 2022, actualmente es la red social favorita de los internautas que tienen edades comprendidas entre los 35 y los 54 años. Después de más de un lustro de crecimiento, la plataforma que removió los cimientos de Internet a principios de la década pasada incluso ha comenzado a perder usuarios diarios. En el último trimestre un millón, pasando de los 1.1930 millones a los 1.929. Fernando Checa, experto en redes sociales y marketing y profesor de UNIR, señala que «es normal que el crecimiento se vaya frenando, porque se ha tocado techo, porque no hay más usuarios». El experto añade que no espera que, atendiendo a la competencia, Facebook sea capaz de convencer a un usuario joven que, cada vez más, mira de refilón a la plataforma.
«Es demasiado para mayores»
Ese es el caso, por ejemplo, de Carlota, una niña de 15 años que lleva metida redes desde 2017; en concreto, en TikTok, ‘app’ china que ya cuenta con más de 1.000 millones de personas enganchadas. En su caso, nunca se ha abierto una cuenta en Facebook. Tampoco espera hacerlo en el futuro. «Es demasiado para mayores», zanja. Lo mismo piensa Fernando, de 9, que lleva desde el verano pasado subiendo vídeos editados de jugadas de fútbol en la aplicación asiática. «Nunca he querido tener Facebook. Igual cuando sea mayor, si eso», apunta.
La bajada en el número de usuarios ha tenido parte importante de la culpa de que, desde la semana pasada, muchos hayan comenzado a dudar sobre la viabilidad de Facebook en el largo plazo. Los primeros, los inversores. Meta, la matriz, sufrió un desplome en bolsa superior al 20% la semana pasada. Esta caída en la valoración se agudizaba todavía más este martes, poco después de que se supiese que la tecnológica había comunicado a sus inversores que existía el riesgo de que Instagram y Facebook dejasen de operar en la Unión Europea por culpa de los problemas existentes para exportar los datos de sus internautas a suelo estadounidense. Algo que supondría una brecha en las cuentas de la compañía de 29.105 millones de dólares. Meta intentó matizar poco después esta información señalando que su intención no es dejar el viejo continente, pero reafirmándose en que «depende de las transferencias de datos entre la UE y los EE.UU. para operar».
Si Meta necesita aglutinar la mayor cantidad posible de datos de sus usuarios, es precisamente para mejorar el rendimiento de sus servicios y de la publicidad dirigida. Esa que representa la práctica totalidad de los beneficios de la red social y que ha entrado en desaceleración. El propio Zuckerberg reconocía recientemente que espera que los ingresos que genera se reduzcan en 10.000 millones de dólares en 2021 por culpa del surgimiento de las nuevas herramientas de privacidad implementadas por Apple y de las trabas que se está encontrando en la UE.
«Facebook está en un momento en el que el crecimiento está muy estancado y en el que surgen nuevos competidores, como TikTok, que intentan llamar la atención del usuario», explica Lorena Blasco-Arcas, experta en marketing y profesora en la escuela de negocios ESCP. «La mala prensa relacionada con la red social, toda la información que ha salido sobre falta de control de la desinformación, también tiene culpa de que, al final, la marca haya salido dañada», remarca. Y es ahí donde entra el metaverso, el nuevo mundo digital que Zuckerberg está gestando, precisamente, gracias al dinero que genera con los anuncios en los que haces ‘clic’.
La carrera de fondo por el metaverso
Zuckerberg es perfectamente consciente de que en el terreno de las redes sociales, a estas alturas, es difícil seguir creciendo. Cuando anunció el cambio de nombre de la matriz a Meta, el ejecutivo dejó claro que, desde ese momento, la empresa era «metaverso primero, no Facebook». La apuesta por la creación del nuevo mundo virtual y la democratización de tecnologías residuales, como la Realidad Virtual, ha provocado que la división encargada de acometer la misión dentro de la firma, Reality Labs, haya generado un agujero en la cuentas de 10.000 millones de dólares en 2021. Y la inversión no va a decrecer en el futuro próximo. La apuesta de la empresa es seria. A fondo perdido.
«El metaverso está por construir. Meta está metiendo miles de millones procedentes de la publicidad. También están invirtiendo mucho ahora mismo en su próximo visor de realidad mixta, Project Cambria», dice Edgar Martín-Blas, director ejecutivo de Virtual Voyagers, la empresa detrás de la fabricación de la plataforma de conciertos virtuales para el metaverso de Meta. A pesar de que la sangría que ha provocado en las cuentas de Meta ha llevado a muchos a dudar de la viabilidad del proyecto, Martín-Blas apunta que la hoja de ruta de las grandes tecnológicas no ha cambiado: «No se ha notado absolutamente nada. Tampoco con los clientes, que ya lo ven casi como una realidad. Todo sigue adelante. Sería como retirarse antes de empezar».